Septiembre de 2010, el mes de las fiestas patrias para los mexicanos, tiene en esta ocasión la particularidad, de que se cumplen 200 años del inicio del movimiento de independencia de México. Rios de tinta se han derramado en torno al evento, horas de grabación y trasmisión de televisión y al parecer hasta de cine dedicados a tal aniversario, platicas y mas platicas giran en torno al hecho histórico que lo origina, hasta en la población más recóndita de nuestro país se busco hacer especial el “día del grito”; Y sin embargo…. Este nopal se sintió más apendejado que nunca, tanto que a pesar de que quise estimularme a escribir algo al respecto antes de hoy, no pude lograrlo, la anhedonia crónica que sufro, se agudizo en esta fecha y al parecer no fui el único porque a mucha gente que pude observar en la tan mentada noche del 15 de septiembre estaba extraviada, ojerosa y sin ilusiones.
Siendo pues esta carencia de emociones positivas, un rasgo ya característico de este autóctono ejemplar, me sentí algo raro de que no aflorara en mi el espíritu chingativo, populachero o valemadrista de otros años… Ni tuve ganas ni tome alcohol, no disparos, no gritos, no música, no fiesta… a mitad del evento social me regrese a mi jacal, prendí la tv y estaba el evento en el zócalo de la ciudad de México, la apague y me puse a consentir al intestino y sus exabruptos mientras empezaba la trasmisión del box, afortunadamente los púgiles también me dieron algunos minutos de saludable diversión.
No abundare mucho en lo que todos sabemos: No hay nada que celebrar en este bicentenario, lo mexicanos tenemos la creencia de gobernar nuestros destinos, pero solo es en apariencia, la crisis socioeconómica actual es señal inequívoca que el país está entrando en violento cambio; para donde… eso está por verse.
Por esta vez, ahondaré en mis sentimientos particulares, mis vivencias creo, serán el reflejo de las de muchos otros en este país, no obstante, para quienes esto no les resulte de interés, por mí parte vayan a Huamantla a que los coja un toro (hablando en lenguaje taurino claro) por lo que sin más preámbulos digo:
Tengo un hermoso trabajo, que me da dinero, poco reconocimiento y muchos dolores de cabeza, sin embargo me hubiese gustado ser periodista u abogado, me da gusto el saber que fui orientado en la dirección educativa más “conveniente” porque de lo contrario, en los tiempos y en el país que nos ha tocado vivir ya estuviera muerto… cuando menos de hambre. Y es que desde hace muchos años, en nuestro país el periodismo y la aplicación de la ley es solo una vulgar simulación, los pocos hombres que han tenido el atrevimiento de hacer su trabajo han terminado mal por la censura, la difamación y la violencia. El resto son tristes espectros, que arrastran cadenas y si bien les va bolsas de dinero. Viéndolo desde la óptica de unos de mis maestros particulares un tal Platón que decía que el valor es el conocimiento de lo que se debe temer y de lo que no se debe temer, pos valientemente me hice güey con mis autenticas pretensiones y tome alguna “opción decente” de acuerdo a ese fino olfato que modestamente me porto.
No puedo evitar sin embargo sentir una falta de placer intenso por mi profesión y antes de cortarme una oreja como Van Gogh o batirme en duelo como Pushkin me puse a escribir mis ocurrencias y a defender causas perdidas (hasta hoy), por lo tanto lamento mucho si aflora frecuentemente mi falta de formación literaria, legista, filosófica o mamilitista pero me amparo en uno de los rasgos fundamentales de mi filosofía nopal: ME VALE MADRE si alguien no le gusta lo que escribo.
Sea pues, este el grito patriota que da un cabrón mexicano el día de hoy, lo hago con toda sinceridad, desde este humilde sitio, con toda la fortaleza que me da la ignorancia y toda la enjundia que me brinda la sinceridad, solo espero que pronto este país mejore en serio entre otras muchas cosas en el periodismo y la defensa social, para poder tomar mis respectivos cursos evitando así que cualquier zorrillo me quiera miar. Con mucho afecto y un saludo se despide:
Valentino Nopal Cabronotzin.
¡Viva yo y mi ranchito el mundo!
Un saludo a mi brody Federico Nietzche, no me critiques por ser guapo.
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